jueves, julio 13, 2006

Zinedine

El pasado domingo concluyó la historia profesional de un deportista. Un jugador de fútbol, uno de los más grandes de la historia y, posiblemente, el más elegante de cuantos haya habido.

Dentro y fuera del campo, Zinedine Zidane fue un modelo a seguir en todos los aspectos... excepción hecha de algunos arrebatos violentos poco comprensibles. El último de ellos, el del pasado domingo, el de la gran final, quedará en la retina de todos los aficionados al fútbol. Quienes lo crucificaron antes de la Copa del Mundo para alabarlo, a posteriori, cuando había demostrado por enésima vez quién era, vuelven a cebarse con su persona.

Ahora quieren quitarle el Balón de Oro del Mundial, y le reprochan su actitud. Bloggers, periodistas y aficionados se apresuran a desacreditarlo. Y, sin embargo, si fuésemos justos, nos daríamos cuenta de que todo esto tiene un poco absurdo.

Resulta curioso que en España, el país de la gresca y los malos modos, nos dediquemos a criticar la reacción -violenta hasta cierto punto, no le partió la cara a nadie- de un tío al que llevaban cosiendo a patadas 110 minutos cuatro o cinco defensas italianos que, para más inri, no dejaban de acordarse de su madre y su hermana.

Nunca he justificado la violencia, y no voy a hacerlo ahora, pero me parece evidente que la reacción de Zidane fue humana hasta las entrañas. Pocos de nosotros podremos jactarnos de un historial impecable, y aun así alguno que estaba en todos los fregaos -léase Maradona- se permite opinar sobre el asunto.

Pues qué quieren que les diga. A mí Zidane no se me antoja un héroe, pero sí un hombre. Y los hombres somos así, Jekyll y Hide, capaces de no reconocernos a nosotros mismos en determinadas circunstancias, sobre todo cuando albergamos sentimientos encontrados y estamos sometidos a una tensión elevada -en el caso de Zidane, varios factores confluían.

Sinceramente, no creo que su elegancia y su clase vayan a verse mermadas por un momento de enajenación. Vale que era la final de un Mundial y que a sus 34 años la experiencia debería haberlo serenado, pero para ganar mundiales a base de tretas, autocontrol, picardía... y experiencia, ya están los italianos.

A veces un exceso de civismo hipócrita -en la calle, de civismo nada- nos hace olvidarnos de lo difícil que es no responder a las agresiones de un impresentable, de cualquier especimen de los que nos acecha a diario. Cortarnos, callarnos ante una sandez, es afortunadamente lo más habitual y más correcto. Si Zidane se permite el lujo de no hacerlo, me parece muy bien que se le condene... y que el que esté libre de pecado tire la primera piedra.

Y dicho esto, les recomiendo que hagan balance y juzguen a un hombre por lo bueno y por lo malo, y no sólo por lo más morboso. No es lo mismo un cabrón que va repartiendo leña por la vida que un hombre modélico con lagunas incomprensibles y reprobables, o simplemente con una vena tremebunda. Al fin y al cabo, así es la compleja naturaleza humana, pero yo me quedo con el genio y sus defectos antes que con la impoluta pasividad del que ni siente ni hace nada.


P.D. Eduardo Galeano expone su visión del asunto en un certero análisis. Comparto casi todo lo que dice.
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