De pies izquierdos
No sé si es la cruda realidad de este país -pongan la frontera donde quieran, ya saben-, la mierda que como diariamente, la angustia derivada de la ausencia de contacto femenino o el acondicionador que nutre mi alopecia, pero últimamente alguna extraña fuerza me obliga a recluirme en casa durante horas balanceándome en la silla del ordenador mientras escucho los Nocturnos de Chopin.
Al paso que voy, me veo en estas condiciones relativamente pronto...
Al paso que voy, me veo en estas condiciones relativamente pronto...
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